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viernes, 27 de mayo de 2016

El Docente y la Ética Profesional


"La enseñanza es un llamado divino. Si nosotros enseñamos en casa, iglesia o en un salón de clases, la transferencia del conocimiento es una tarea significativa"   Suzanne Dale Ezell

La ética profesional es un compromiso que la persona adquiere para respetar a sus semejantes en el trato de la profesión que ejerce, esto conlleva a una obligación moral en el comportamiento profesional.
Aunque todas las áreas profesionales cuentan con un código ético que comprende normas de comportamiento, identificando lo que es lícito y lo que no lo es, en el caso de la ética profesional del profesor se manifiesta una escala mayor de compromiso, esto obedece a la mística que gira alrededor de esta profesión.
En algunas comunidades el papel del docente es protagónico y lo involucran en decisiones de gran importancia en la comunidad porque lo consideran como un eslabón en progreso social y lo ligan a la estabilidad de las sociedades.   Claro que este pensamiento ha cambiando a lo largo de los años y en su mayoría el responsable del detrimento de la figura del docente ha sido él mismo al revelar una falta al compromiso adquirido en la formación de nuevas generaciones y no ser el modelo inspirador de procedimientos sociales, profesionales e incluso morales.
La complejidad de la ética profesional de los profesores es porque su círculo de influencia está enfocado en diferentes dimensiones:

                                         

1. Sociedad:  
    El profesor es la extensión de la autoridad de la familia y de la sociedad en lo referente a la educación de las generaciones de niños y adolescentes.   A los docentes se les confía la educación de las nuevas generaciones y no puede traicionar las exigencias e ideales que se imputan.   El profesor debe caracterizarse por una conducta profesional pública y privada que inspire el máximo de confianza.

2. Escuela:
    El profesor tiene compromisos con la dirección del establecimiento y con la propia institución educativa.  Por ello debe esforzarse por mantener buenas relaciones en el sentido de una leal cooperación y al margen de cualquier forma de adulación.  La confidencialidad de las cuestiones particulares, tales como sueldos, conversaciones reservadas, cambios de ideas con la dirección, debates en reuniones de profesores entre otros, demuestra el nivel de ética profesional del docente.


3. Alumnos: 
    El comportamiento del profesor con relación al alumno es vital, ya que la razón de ser de la escuela es el alumno.
El profesor debe cultivar una actitud de justicia y trato igualitario,  debe evitar las amonestaciones públicas que violen la integridad emocional o física del alumno y ridiculicen a los alumnos (esto no es ético) .
El papel del profesor es vital para mantener un ambiente propicio para el aprendizaje y debe procuar el cumplimiento del compromiso adquirido al decidir ejercer la profesión docente.  Su actitud influirá en su credibilidad, ya que no hay nada más lesivo que provocar desconfianza o ser el blanco de burlas o comentarios que pongan en duda su labor docente.

4. Colegas:
    Es necesario que existe empatía entre los profesores ya que juntos están caminando hacia un objetivo educativo.   Las normas de comportamiento entre colegas son significativas para el clima organizacional y por ello se deben evitar los comentarios desfavorables a los colegas dentro y fuera de la escuela y debe verlos no como competencia sino un aliado.
   Los docentes no deben  supervalorizar su materia y mucho menos mostrar una actitud de ridiculizar a los colegas por no tener el mismo grado académico, al contrario debe estar dispuesto a apoyar iniciativas y méritos de sus colegas.  Aquí se cumple el dicho que la unión hace la fuerza.

5. Consigo mismo
    Es imposible que el profesor deje fuera de su desempeño docente su ser interior, ya que muchas veces la forma en que se desarrolla en la escuela depende de la manera en que el profesor se encara o se trata a sí mismo.
    Uno de los aspectos importantes en este ámbito es que el profesor debe creer en la educación y que no solo ejerza la profesión por necesidad o como fuente de remuneración.  El debe creer en la importancia de su papel en la formación del educando y debe estar convencido de su responsabilidad como agente que influye en las mentalidades que se están formando.
Es importante que el profesor desarrolle un espíritu de autocrítica, esto lo llevará a tener un balance de sus acciones y evaluar desapasionadamente  su actuar para crecer como persona (incluso desconfiar de su propia acción) y profesional.

La alta complejidad de la ética profesional del docente se debe al impacto a largo plazo que los maestros tienen en las generaciones, por ello no debemos tomar la profesión del maestro como un trabajo más...es un don, es un llamado.

Mavick Marín.

Información recuperada parcialmente de:
"Hacia una didáctica general dinámica"   
  Imídeo G. Nérici
  Tercera edición, 1985
  Cap. 6






1 comentario:

Mavick Marín dijo...

Si es indispensable una buena relación con toda la comunidad educativa porque al final todos son responsables del ambiente de aprendizaje.
Pero como bien dice el artículo, el alumno es el centro de la educación y a veces es el que sale damnificado en su mayor parte.